sábado, 13 de diciembre de 2008

En la orilla

mi intención no es sobornarte con la mentira del dolor, sólo te estoy dando un poco de mí, una esencia que se perdió en las letras, alguna verdad hecha gramática, empiezo mi dedicatoria diciéndote que te espero volver a ver, volver a encontrarme con tu olor, con tus labios, con tus misterios, con tu sexo, volver a sentir tu recuerdo que me trastorna, que me llama, que me insita a recordar ese día, te espero siempre en el mismo lugar, a la misma hora, en el lugar pactado, al lado del mar esperado que una ola se derrita en el cigarrillo que fumo, en las botas que llevo, en la gabardina vieja que tanto te gusta. intento con este regalo que me recuerdes, que me sientas tan dentro que se te olvide la guerra, la violencia, la sangre de aquel que intento liberar, la piel de quien intentó tenerte, la bendición del barco que inundándose gritó tu nombre, te espero, te reclamo como mía, este es sólo un presente para recordarte que existo, para recordarte que te amo, que te espero, que te necesito,  que te quiero, dibujar con mis tintas de luz, de oscuridad, mis tintas, tus labios, espero recibas este presente a tiempo, cuando aún todavía estés con vida. Con amor tu amado.

Así decía la dedicatoria del libro que encontré, tirado en el mar, con las hojas arrugadas por la sal, totalmente intacto y en su empaque original, no quiero ni pensar para quien era, ni quien lo escribió, sólo sé que fue hace mucho tiempo, en la época donde todavía existía el amor.  

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