martes, 24 de febrero de 2009

Altamar

sea o no sea igual me gusta el mar. 

lunes, 23 de febrero de 2009

Subnada

Señor que no es sujeto, enormísimo cronopio.

 

Suelo pasar tardes enteras

en sus hombros gigante de acuarela

y en su amor 77 y su tango y su cigarro o cigarros.

A veces paso por buenos aires y viceversa

y me pierdo con el color de sus palabras

y de golpe la maga a bailar tregua, a bailar catala

en su máquina eléctrica de construir sueños

que caen lentamente en mi cara y mente

y después los ríos metafísicos

llenos de cronópios

y después la sangre envenenada

vacía de meopas

y después

los juegos

que se posan es sus manos y sin pensar

o en el momento menos pensado

una nueva palabra

o un mundo nuevo

derramándose en su tinta

de fibra de letras

y volverse frase y cuento

y novela y poesía y carta

y subnada.  

sábado, 21 de febrero de 2009

Enseñanza

 

Para alguien que me enseñó sin darse cuenta a no temer.

 

Cuando era niño me enseñaron a temerle a la oscuridad porque corría el riesgo de encontrarme.

Cuando era niño me enseñaron a no salir cuando llovía porque podría pescar una sonrisa.

Cuando era niño me enseñaron a no hablarle a los extraños porque podrían decirme el secreto del amor.

Cuando era niño me enseñaron a no caminar solo en las calles porque corría el riego de ver el mundo real.

Cuando era niño me enseñaron que no podía volar pues podría pintar el cielo de otro color.

Cuando era niño me enseñaron la ortografía, tenía el riesgo de hamar a alguien.

Cuando era niño me enseñaron a no estar triste, corría el riego de derramar toda mi sinceridad.

Cuando era niño me enseñaron a temerle a la muerte, de pronto me daba cuenta que estaba vivo.

Cuando era niño me enseñaron a vestirme bien, porque podría volver arte mi cuerpo desnudo.

Cuando era niño no escribía, la vida era más tranquila.  

lunes, 16 de febrero de 2009

Ellos.

Se encuentran, se aman, se entienden, pero no se conocen, ya es muy tarde.

domingo, 15 de febrero de 2009

La chispa adecuada

Sus voces de hueso tan suyas pero tan íntimas, que hacen catedrales de cuerpos del mismo material de los falsos abrazos, de las promesas necesariamente olvidadas para dar paso a las palabras. Las que fueron avispas y causaron tanto dolor.

Sus cabellos de arco iris, larguísimos y perdidos en la selva del eco y el fuego que a veces propios imitan esas cenizas de recuerdos ausentes, siempre con la diferencia de lo simple o lo complicado, de la muerte o la locura y otra vez las avispas.

La pregunta necesaria amiga de esa búsqueda de nuestro futuro anciano, y el desorden, y los excesos nunca perjudiciales y tan necesarios, tan de otros como del no.

Y es que vivir es tan inevitable que a veces se cansa la imaginación y no queda más que el amor. Que se roba de a pocos la amistad hasta hacerla ajena.

Las avispas nunca se largan, no tienen calles por donde caminar y no esperan porque ya lo hicieron, ya esperaron, ya llegó, y como siempre la decepción.

Pero siempre son las avispas, siempre, las avispas y el desorden, y aunque no es un secreto voy a confesarlo: las palabras fueron avispas, las avispas fueron palabras, ahora sólo les queda no ser.

  

poesía:

La poesía es la forma más clara de no entender al hombre.

 

Usted no es una forma ni un color, mucho menos una línea punteada, de eso estoy seguro porque usted misma me lo ha contado, sí acuérdese, ese día que llegó a mi vida, mejor, ese día que cambió mi vida, ese día que estaba sentado escuchando ese concierto del caer de las hojas y usted llegó con el viento y se sentó sin permiso en mis ojos, (sé que no le gustan las formalidades) Ahí en mis ojos usted sacándome de mí, yo entrando en esa parte donde duermen las palabras, el silencio, usted me enseñó esa palabra. Usted también me enseñó a esperar; el pararme a mirar para poder ver, y con la paciencia pegada a mi cuerpo tomar todo el tiempo necesario que exige la ausencia para desaprender esa velocidad untada de cemento.

Nunca me ha dicho su edad, pero algunos dicen que no tiene tiempo, porque el tiempo se quedó corto para medirla, para habitarla. Sé que tiene sangre, porque la he visto derramada en los cuellos de quienes mueren por usted, por usted entera, entera como la luna que guarda enredada en sus pestañas. Alguna vez usted me dijo: —acompáñame para que nos perdamos en el bosque de los encuentros— yo tenía mucho miedo, no la conocía y me asustaba que fuera tan amable, pero algo me decía que fuera y fuimos y sí, nos perdimos y yo no me volví a encontrar, y yo no sabía, y yo no decía, y usted a mi lado, y yo buscándome, y usted y yo saliendo del bosque sin salir, y las risas y las tristezas, y Cortázar, y es que me gustas, y es que me enamoras, y es que me gustas más, y adentro y afuera y el bosque, y nosotros. Por eso ya sé lo que es, usted me hace.  Usted es… 

lunes, 9 de febrero de 2009

Desición.

Cuando sea grande quiero ser una pintura para cuando muera me recuerdes.