jueves, 10 de junio de 2010

Aleja(n)d(r)a Pizarnik, frases desolladas Recorrido por las palabras de una infanta difunta

Uno se desencuentra con la poesía de Alejandra, con la poesía descentrada, sin un rumbo claro. Pasos ciegos y un andar con pausas, vértigos lo acompañan en la soledad que es leerla.

La vida juega en la plaza
Con el ser que nunca fui.

Con el miedo se acuesta todas las noches
Con las noches se acuesta todos los días
Con los días se acuesta todos los miedos.

la contradicción se mira al espejo
se reconoce
se sabe
se desconoce en cada despertar.

de olvido se teje la infancia
toca
toda por primera vez.

los ojos son prisiones
y espejo, se rompe
la contradicción,
espera.

Viajera sin movimiento, entre París y Buenos aires hay solo un paso, una sola palabra.

Hay que salvar al viento del silencio.

Desencantada del conocimiento de la filosofía, busca en su cuerpo la esencia del lenguaje, busca en la lágrima, en la sombra, en le ceniza. Busca sin encontrar.

El amor se ha muerto, de muerte se ha tejido cada instante, balbuceas sincerísmos, se encoje la alegría, la maleza la cubre entera, ella es una escapada.

Perfume de pájaro acariciado.

El animal se hace metáfora, el hombre es un animal, un animal solo, rodeado de palabras, palabras suicidas.

El miedo a la vida, a vivir como la muerte, la muerte del pájaro enjaulado, de un corazón que late silencios y hace callar los huecos que deja regados la infancia, el primer beso con la oscuridad.

La sangre quiere sentarse.

Hambre de amor imposible ¿para qué los abrazos? Sí sólo nos hacen sentir más solos, más desprotegidos, más abandonados de los otros que nunca verán amanecer con nuestros ojos.

Los espejos callan, devoran silencio, esperan.

El espejo se va comiendo pedazo a pedazo todo en lo que me veo, yo no soy, yo no he sido, yo no seré, yo soy espejo.

La piedra cae al lado del corazón, poco a poco se llena de sangre, se pegan las venas, la piedra se hace roja, empieza a latir.

La memoria nace explotando por dentro, yo nazco, soy memoria, soy adentro. Exploto.

Enciéndete para que se apague la noche, quién ilumina lo claro conoce el rostro del silencio.

La nada embriaga.

El invierno de adentro se vive afuera, la lluvia alcanza los ojos y los derrama, la cara se vuelve azul, las manos envejecen 100 años, las piernas ya húmedas se oxidan, el corazón gesta el silencio.

Se van olvidando las palabras, nos vamos olvidando del cuerpo, alimentamos los relojes con nuestro tiempo, dejamos crecer las flores del mal, la muerte se recuesta como una sombra en la espalda.

Los animalitos se van comiendo las venas, mastican con tanta ternura que siente como caricias, abrazos por dentro. Llegan al corazón, se lo comen despacio, el hombre cae tendido con una sonrisa y una marca de labial rojo es su ataúd.

Ella cabía es la palma de su mano, ella la cuidaba con su alma, le entregaba días y noches enteros para que nada le pasara, un día él no quiso volver a verla, ella apretó la mano y sin pensarlo se quedó sola.

Cae en la noche, piensa en las estrellas, cierra los ojos, la luna llena sale de ti, vacía.

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